Un incidente con un dron activó el protocolo de seguridad del aeropuerto de Alicante-Elche Miguel Hernández, provocando el cierre de las operaciones de vuelo durante casi dos horas el pasado 28 de octubre. Las autoridades intervinieron rápidamente para garantizar la seguridad de pasajeros y tripulaciones, reanudando el tráfico aéreo de forma progresiva tras la retirada del dispositivo.
El aeropuerto de Alicante-Elche Miguel Hernández vivió el pasado lunes una situación de alerta que obligó a suspender toda actividad aérea temporalmente. La causa fue la detección de un dron no autorizado en las inmediaciones de la pista de despegue, un hecho que representa un riesgo crítico para la seguridad operativa de la terminal aérea.
El sistema de control aéreo detectó el aparato sobrevolando una zona restringida próxima a las pistas, lo que motivó la aplicación inmediata del protocolo de seguridad por parte del gestor aeroportuario Aena. Durante el intervalo de la interrupción, se detuvieron todos los despegues y aterrizajes, mientras las autoridades competentes, incluyendo la Guardia Civil, se desplazaban al lugar para asegurar el perímetro y evaluar la amenaza.
La suspensión de las operaciones, que se prolongó durante cerca de dos horas, generó demoras en los vuelos programados y algunos desvíos temporales, aunque no se registraron daños personales ni materiales. La situación fue controlada sin necesidad de mayores intervenciones, y el tráfico aéreo se restableció progresivamente una vez confirmado que el espacio era seguro.
El uso indebido de drones en zonas próximas a instalaciones aeroportuarias es una preocupación creciente para la industria aeronáutica. Según normativa vigente, estos dispositivos no pueden volar a menos de ocho kilómetros de cualquier aeropuerto sin autorización expresa. Sin embargo, los casos de intrusión continúan siendo una amenaza, especialmente en terminales de alta densidad como la de Alicante, que maneja decenas de vuelos diarios y una elevada afluencia de pasajeros.
Este tipo de incidentes pone de manifiesto la necesidad de reforzar los sistemas de vigilancia y control en el entorno de los aeropuertos, así como de aplicar sanciones más severas para quienes operan drones en espacios no autorizados. La seguridad aérea depende de la estricta regulación del espacio aéreo y del cumplimiento normativo por parte de todos los actores implicados.
En años recientes, los aeropuertos europeos han experimentado episodios similares, con interrupciones de gran impacto en aeródromos como Gatwick, Barajas o Frankfurt, debido a drones que invadieron zonas críticas. Estos sucesos han empujado a los gestores aeroportuarios a adoptar tecnologías más sofisticadas de detección y neutralización de drones, y a colaborar estrechamente con cuerpos de seguridad del Estado.
La creciente popularidad de estos dispositivos, accesibles al público general, incrementa la probabilidad de interferencias no intencionadas, pero igualmente peligrosas. Las campañas de concienciación y las herramientas tecnológicas serán esenciales para minimizar los riesgos en el futuro.
El aeropuerto de Alicante-Elche ha recuperado su ritmo habitual tras el cierre temporal, aunque el suceso reabre el debate sobre la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas frente a amenazas tecnológicas que, aunque pequeñas en tamaño, pueden provocar consecuencias operativas de gran magnitud.